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"Me siento muy inteligente y capaz, todo lo logré por mí mismo", pero ¿pensar así es bueno para nuestras finanzas?

 

La Importancia de la Dependencia de Dios (en la adversidad y otras situaciones)

Dios quiere enseñarnos muchos aspectos que van en contra de nuestra naturaleza, y pueden resultar difíciles de entender, al menos sin explicación. Es común sentirnos fuertes y creer que somos capaces de lograr muchísimas cosas, pero Dios nos enseña que Él no se complace en nuestra inteligencia o habilidades, sino en que dependamos en Él y le demos la gloria por todas las competencias, inteligencia y bienes que nos ha dado. En Salmos 147:10-11[i] dice “No se deleita en la fuerza del caballo, Ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia”.

Cuando pensamos que somos “hábiles” o “inteligentes”, solemos olvidarnos de Dios y tomar decisiones sin preguntarle o consultarle a través de su Palabra. Por esta razón, Dios nos enseña que debemos confiar en Él, en medio de la adversidad. En Isaías 40:29 dice “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”. Al reconocer que no sabemos muchas cosas ni tenemos fuerzas para seguir adelante en nosotros mismos, Dios nos va fortaleciendo en Él.

Para que nuestras finanzas sean sanas, es importante depender de Dios en medio de nuestros problemas y adversidad. Al hacerlo, tendremos incontables beneficios:

·         Evitamos tomar decisiones precipitadas o negativas, con impacto en nuestras finanzas

·         Nos volvemos personas más humildes y dependientes de Dios, lo cual nos capacita para recibir más bendiciones. En Proverbios 18:12 dice “Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, Y antes de la honra es el abatimiento.”

·         Dios nos puede hablar directamente, y enseñarnos qué decisiones financieras serán positivas para nuestra vida

Existen varias maneras como mostrar nuestra dependencia en Dios, las cuales veremos a continuación:


Oración constante

Si oramos es porque reconocemos que no sabemos qué hacer, que necesitamos ayuda de Dios, quien es un Ser superior, omnisciente y omnipotente, capaz de darnos absolutamente todas las cosas, pero quien va a bendecirnos de manera especial. A través de la Palabra vemos el ejemplo de Daniel, quien oró a Dios para que le revelara el sueño de Nabucodonosor, y sin esperarlo, en consecuencia, Dios lo puso al frente de casi toda Babilonia. ¿Será que hubiera conseguido el mismo resultado si se hubiera olvidado de Dios? Por supuesto que no, incluso pudo haber muerto. Daniel 2:17-19, 48: “Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.” “Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia”.


Confiar en Dios en la adversidad

Parece ser algo sencillo, pero cuando nos creemos muy inteligentes, confiar en Dios es lo que menos hacemos. La próxima vez que una situación difícil venga a nuestras vidas, especialmente una que no hayamos provocado por medio del pecado, necesitamos recordar la importancia de simplemente orar y entregar nuestro corazón a confiar en Dios. La Palabra de Dios dice en Salmos 25:3 “Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa”. Tiene total sentido que quien confía en Dios tiene bendición, porque casi todos conocen que la misma Biblia dice “cualquiera que enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Y resulta que confiar en Dios es exactamente humillarse y reconocer que solo Dios puede darnos lo que necesitamos.

En Daniel 3, vemos que los amigos de Daniel: Sadrac, Mesac y Abed-Nego decidieron confiar en Dios, y esto resultó en su liberación. No solamente el horno de fuego no les hizo daño, sino que quienes querían matarlos sí recibieron un castigo. Además, Dios engrandeció a estos tres hombres. Daniel 3: 17-18, 30 “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” “Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.”

 

Lectura de la Palabra

De primera impresión no parece fácil entender la relación que existe entre leer un libro y depender de Dios. Pero resulta que una persona humilde es aquella que reconoce que no puede sola, que necesita ayuda para salir adelante, y ¿quién mejor que el Rey del universo para brindarla? Dios, a través de su Palabra nos ha dado un manual de vida, que promete que nos bendecirá con solo meditar en ella a diario, con un corazón deseoso de obedecer lo que Él nos dice. En Josué 1:8 leemos “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Si dependemos de Dios y confiamos en Él, no hay manera en que tenga cabida el menospreciar su Palabra.

A Dios le agrada que amemos la Biblia y que busquemos sabiduría. Es así como podemos lograr todo en la vida. Dios no promete que vamos a tener abundancia o riquezas si leemos este libro, pero sí asegura que nos irá bien, y seamos honestos ¿qué más realmente necesitamos en esta vida? Es sabido que existen millonarios que tienen una vida o familia destruida, pero lo importante para nosotros es saber que Dios nos bendecirá, de una manera u otra. En el caso de Salomón, a Dios le agradó que no pidió mucho dinero o poder, sino sabiduría, entonces Dios decidió darle lo uno y lo otro. 1 Salomón 11-12 “Y dijo Dios a Salomón: Por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti.”



[i] RVA 1960

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